Cuando yo iba a primer grado
la cosa era así: en el colegio un día (previo aviso en el cuaderno) se procedía
a revisar las cabezas de los alumnos. Luego te encontraban piojos, (al menos a
mi que éramos seis hermanos y no existía el peine metálico.) Luego para
reinsertarte a la actividad escolar tenias que: sacarte los piojos y luego
concurrir a un lugar sórdido y bastante feo llamado “Sanidad escolar”.
Allí
nos dirigíamos con mi madre y su admirable paciencia que no heredé: “Si te pica
no te rasques” prevenía ya rendida ante el poder soberano de la pediculosis. La
noche anterior había sido un martirio con todos esos líquidos en el pelo y el
peinecito que no sacaba nada y la picazón y “te reviso” y los sonidos de exclamación
ante la cantidad de liendres o “están todas vivas” y “ayyy” (tirón de pelo)
“Dejame que te las saque sino van a nacer más” o la frase de mi madre que se
convirtió en una especie de refrán chino para muchas cosas en nuestra familia:
“Ya ni te pica”. Le huíamos y rabiábamos ante esta frase que ya era hecha de
tanto decirla, ella jamás desistía siempre ha sido demasiado fuerte ante estas
adversidades.
Sanidad
escolar era un lugar que a Kafka le hubiera inspirado una novela en tres tomos.
Era una sala de espera ruidosa y fea, sucia, con los posters que nadie quiere
leer sobre prevenciones que suenan poco creíbles. Estaba lleno de chicos
enfermos a medio curar y madres que bostezaban y retaban de más por el mismo
cansancio. Se concurría muy temprano, tan temprano que se salía de casa aun de
noche, porque había que ir al colegio lo menos tarde posible y con el papel que
te firmaban ahí que indicaba que estabas apto para estudiar en sociedad. Una
señora con muchísimos rulos y careciente de simpatía nos revisaba la cabeza y
ahí el alivio de entender que era una especie de ritual, casi un chiste, que la
tipa abría un mechón y miraba y si no tenias un piojo ahí mismo (casualidad
improbable) firmaba y sellaba el papel y te ibas directo a la escuela un poco decepcionado
porque habías tenido la esperanza de que te eximieran y volver a la cama a
rascarte en paz, sin que te censuren.
Conclusión:
los padres de hoy en este tema la tenemos realmente fácil… aunque los piojos
estén más resistentes, aunque los colegios ya casi no revisen, aunque los
líquidos sean pensados para no matar del todo y supuestamente exista una
conspiración en la cual echan en la arena de las plazas bichitos para vender
más… aun asi no tenemos sanidad escolar y tenemos la posta: larga vida al peine
de metal!
La foto: By mis sobrinos Aussys en el museo de Ciencias Naturales... no es un piojo!
La foto: By mis sobrinos Aussys en el museo de Ciencias Naturales... no es un piojo!
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