Terminar un año es agotador por todo lo que implica, y las fiestas y
el calor no colaboran a aligerar los nervios sino todo lo contrario. Todo, a
fines de diciembre es más incómodo, más caro, más escaso de tiempo y más largo.
Entre el odio que le tengo a las imágenes de Papa Noel y el consumismo masivo
(en el que me incluyo) a la reunión que le crispa los nervios a los dueños de
casa y tener que planear las vacaciones, todo es complicadísimo e insisto, el
calor no ayuda. A este año se sumó el supuesto fin del mundo que tuvo algo
en vilo a algunos pobres mortales.
Cuando era chica
esperaba con devoción estas fechas, antes no era común recibir regalos durante
el año, exceptuando cumpleaños, navidad y reyes, eran las únicas fechas en las
que algo se recibía. Hoy en día me tiento y le traigo pavadas siempre a los
chicos, ni hablar de los que consumen casas de comida rápida, los juguetes son
algo más común.
Pero la escena crispadora
de nervios de la Av. Santa Fé repleta de gente con bolsas, y nos llevamos
puesto a uno y le sonreímos con esa sonrisita falsa de las fiestas. Y hay que
olvidar a la menos cantidad posible de personas. Y hay que hidratarse. Y uno
por momentos lanza algún improperio contra las fiestas.
Pero luego, la carita de
emoción ante la expectativa de los chicos, como se divierten armando el
arbolito, como se asustan o se fascinan con esos sonidos aterradores de los
fuegos artificiales. Y la familia fingiendo unidad, y todo eso tienen su
encanto… pero lo más importante es que las vacaciones se acercan. A descansar
mamás, y a pasar unas muy lindas fiestas!
En la foto, Sarita muy guapa armando el arbolito.